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viernes, 17 de abril de 2009

Amelie en Los Urrutias

Hay que volver a ver Amelie, y en particular, fijarse en Hipólito.

Sans toi, les émotions d’aujourd’hui ne seraient que la peau morte des emotions d’autrefois

domingo, 12 de abril de 2009

¿Alguien sabe?

¿Me puede decir alguien el nombre de este bicho? ¿Es posible que sea uno de los famosos escarabajos joya?

La foto está tomada en Cala Reona, Cabo de Palos (Murcia), hace unos días.

Una mentira muy gorda

Pues esta, por ejemplo:

Merece la pena ir a ver la peli Mentiras y gordas.

Eso sí que es una gordísima mentira.

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Lo único que merece la pena es la canción de Fangoria con el título La verdad. Y tampoco es que sea una gran maravilla (pero eso sí, hay que oírla al menos un par de veces).

Pero para eso no se necesitan 105 minutos (sin contar los de la cola de la taquilla).

La puta Lulú

Odio el GPS. Por lo menos el que cayó en manos de mi marido hace unos meses. Y por mi culpa, que es lo peor.

Antes, cuando viajábamos, él solía conducir y yo era la que consultaba los mapas y le orientaba. Por así decirlo, éramos como un equipo, no sé si me entendéis. Perfectamente coordinados, él conducía, con esos gestos tan masculinos, con fuerza, con garra. Y yo le indicaba: en el siguiente cruce, a la derecha, toma la nacional, atento a la siguiente salida de la autovía... Eramos la pareja ideal. Abott y Costello. El Cid y Babieca. Don Quijote y Sancho Panza. Romeo y Julieta. Amy Winhouse y las drogas. Parejas ideales, vamos.

En enero de este año, por Reyes, decidí regalarle un GPS. Craso error. Mira que pensé en una colonia, como otras veces, pero no. Quise ser un poco más original, y me pasé. Le compré el puto GPS. Lo abrió, sus ojos brillaron de alegría y hasta creo que se le escapó una lagrimica. Estaba que no cabía en sí de gozo. Yo también estaba contenta, pensaba que había acertado de todas, todas.

Al día siguiente ya estaba instalado en el coche, y la voz configurada para que sonara como una sensual jovencita que le iba diciendo por dónde ir cada cien metros. Porque eso sí, empezó a utilizarlo hasta para ir al Mercadona.

- Por Dios, nene, que sólo vamos a hacer la compra y volvemos a casa
- Ya, pero si es que es para probarlo, para ver si funciona bien y eso
- Pero si en esta ruta ya lo has probado tres veces y se la sabe al pelo
- Sí, pero es que le actualicé ayer los mapas y quiero ver si se equivoca
- Pfmmmm....

Empecé a cogerle manía a la voz de la sensual jovencita. Tanto que decidí ponerle nombre, pero un nombre de puta. No María, ni Juana, no, no, eso no valía. Me acordé del anuncio (-Lulú! -Oui, c'est moi!) y decidí que ese era el nombre. La puta Lulú. Así ya no la llamaría más con un nombre anodino como la señorita del GPS.

Ayer fue el colmo.

- Ya no te necesito, me dijo mi querido maridito.
- ¿Cómo?
- La Lulú me da todas las instrucciones para conducir. No necesito que tú me des las explicaciones. Es genial.
- Pfmmm.... (¡cabronazo!)

Esto último no lo dije, pero lo pensé. Aunque ahora pienso que debí decirlo. Aunque sea dicho en broma, una frase como "ya no te necesito" jode, ¿o no?

En fin. Que si pudiera mandaba una jartá de misiles a cargarse todos los satélites del GPS, y al inventor lo enchironaba en una cárcel argelina.

Por listo.

jueves, 2 de abril de 2009

Dos o tres delitos, nada más

Por fin me he decidido. Hoy será el día de mi suicidio. Más o menos, creo que ya he dejado bien arreglados los asuntos que tenía pendientes, así que no hay motivo para que no sea hoy mismo.

Bueno, sí. Pensándolo bien, hay dos o tres cosas que quiero hacer antes de morirme, pero creo que serán rápidas. Cometer algunos delitos con los que siempre había soñado, con esas especulaciones ensoñadoras con las que solemos deleitarnos a veces, imaginando... ¿Qué pasaría si...? ¿Me atrevería a...?

Vale, pues. Entonces, me haré una lista de los delitos que quiero cometer y después voy y me suicido. Aún no he decidido cómo, la verdad. Pero ya pensaré en ello cuando llegue su momento. Voy a ir por pasos, ordenadamente. Una cosa primera, y después la otra. Olivica comía, huesecico al suelo, que dicen en mi tierra. Lo siento por la ciudad, pero acaba de nacer un nuevo delincuente. Esta frase me suena rara. De niño pensaba al revés. Me vestía con un pijama que tenía que me recordaba el traje de batman, pero sin máscara, claro, y me autoproclamaba el salvador de la ciudad, el país, e incluso de la Tierra entera. Pero ahora estoy en el otro equipo, el lado oscuro. ¡Quién lo diría!

Claro está que no pienso hacer grandes daños a nadie, ¡faltaría más! Que uno será un suicida, pero no un cabronazo. Son, más bien, pequeñas travesuras, insignificantes delitos. Un juez los llamaría faltas, en vez de delito, seguramente. Minucias como robar algo en el Corte Inglés, comer en un restaurante caro y no pagar... y también algún que otro delito, que esta vez sí que no podría llamarse falta.

Bueno, pues voy a escribir la lista de cosas hoy, en uno o dos días las hago y para el fin de semana me suicido. ¡Jo, y eso que me había propuesto hacerlo hoy! Pero es que no logro concentrarme para nada. Espero que de aquí al finde no se me hayan ido las ganas.

En fin.

Foto: la bomba atómica con la que la humanidad decidió suicidarse el 24 de junio de 2009. Vista desde la playa de la Hita, Mar Menor.
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